Paseando por Alicante hace unos días, me topé con este curioso cartel; estaba colocado en los ventanales de un conocido local de tapeo en pleno centro al que suelo acudir de vez en cuando a probar sus platos. Rezaba de la siguiente manera: Anti SanValentín. Celebra el amor libre y las relaciones esporádicas. El mismo anunciaba una celebración para el día siguiente del «Día de los enamorados», como reacción a éste, y con los términos de la invitación bien claros. Pues bien, alguien podría caer en la tentación de pensar que el letrero no admite más comentarios, pero se equivocaría tremendamente.
Esta publicidad que aparecía repartida, y bien a la luz de cualquiera, en el corazón de Alicante, no obedecía a una ocurrencia de algún empresario de la noche ni a ningún tipo de extravagancia para llamar la atención. Eso sólo lo pueden creer quienes no tienen ni idea del mundo en el que viven y pronto dejarán de saber incluso cuál es su nombre. No. Este cartel que tanto me llamó la atención —y no precisamente porque no estuviera avisado, sino por todo lo contrario— responde al ambiente cultural actual. Los hombres y mujeres actuales reproducen, aspiran y demandan lo que les dan de comer los líderes de la cultura popular en sus diversos formatos (cine, televisión, moda, música, etc.). Y el público, como si de autómatas se tratara, no hace otra cosa que seguir los rieles que les marcan los amos del mundo.
Vivimos, por tanto, y cada vez más, según quieren quienes desean corrompernos. Y no se ocultan; al contrario, pregonan su agenda a los cuatro vientos.
